domingo, 3 de mayo de 2009

Así sea

Villa Warcalde. Tan libre como las aleteadas de los pájaros que sobrevolaban el altar, dos jóvenes prometieron hoy respeto y fidelidad a su vocación sacerdotal. Aunque algunos puedan cuestionar el estilo de vida de hombres que aspiran a la santidad, la apuesta de la Iglesia Católica sigue inquietando a muchos. A veces queda en eso, tan sólo un pensamiento que incomoda, pero en otras ocasiones la vocación se hace real. Tan real que podemos verla en los rostros de sacerdotes que transparencian su felicidad.
En una tarde otoñal que no se privó del sol más radiante y ante una multitud de feligreses, Federico Piedrabuena y Facundo Bernabei fueron ordenados sacerdotes en un gesto de extrema humildad: postrados en el altar dieron su sí con total libertad.
Religiosos de varias naciones lo atestiguaron y se unieron en un solo amén (así sea): paraguayos, chilenos, argentinos y alemanes todos juntos celebrando el triunfo de la fe. Sacerdotes con varios años de servicio en sus hombros y seminaristas expectantes por lo que vendrá, participaron de la celebración.

Así, el Movimiento Católico de Schoenstatt, nacido en la ciudad alemana hómonima, que significa “lugar hermoso”, lleva adelante su conquista. Una conquista que atrapa, pero que además busca ponerse en movimiento. Ese lugar hermoso pudo ser la tarde de hoy o podrá ser algo que vendrá.
A veces, las voces que se escuchan son sólo las de críticas al celibato, las de sacerdotes que declaran dejar sus hábitos o las de mujeres que reclaman hijos a quien fue obispo. Sin embargo, hoy la Iglesia nos muestra que hay hombres dispuestos a seguir su camino, que hay llamados que responden, que hay vocaciones que se concretan y que la fe aún sigue librando batallas.

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